LA ÉTICA COMO FACTOR DE DESARROLLO Y PROGRESO

 

Importancia de la ética en el desarrollo individual y colectivo.

Desde que nació la Red de Ética Universal somos muchas las personas, grupos e instituciones que trabajamos para poner de relieve, que el fortalecimiento de los valores éticos en nuestro mundo actual es esencial, si queremos un verdadero desarrollo, un desarrollo donde el protagonista sea el ser humano, su dignidad, su realización como persona, y la convivencia cómo su consecuencia natural.

Ante los problemas y desafíos de nuestro tiempo, desafíos tanto colectivos como individuales, la opción ética no es una opción más, sino, muy probablemente, la única capaz de dar a la sociedad una estabilidad y verdadera prosperidad.

Sin ella, sin la ética, ni sistemas sociales ni económicos, ni avances tecnológicos ni científicos, garantizan la concordia y el auténtico desarrollo de los pueblos de la tierra.

No podemos confundir el desarrollo y progreso social únicamente con el crecimiento económico y el avance tecnológico, pues estos son medios al servicio de la comunidad humana. Hace falta que se dé también un desarrollo de la calidad de la condición de los seres humanos en todos sus ámbitos, morales, culturales, éticos, de convivencia…

La calidad de las sociedades, por tanto, no depende únicamente de la calidad de los sistemas de los que se dota sino, y fundamentalmente, de la calidad humana de los individuos que en ella conviven, se relacionan y la gestionan.

Es sencillo: solo una cultura y valores personales propicia el progreso y la convivencia social. Solo una ética individual puede dar nacimiento a la convivencia social.

Sí, es cierto que en nuestras sociedades actuales se incide mucho en lo que podríamos llamar valores de convivencia tales como la solidaridad, la tolerancia, la libertad etc. pero si olvidamos la piedra angular que da vida a todo ello, que da vida a los sistemas, a las costumbres, a las leyes, a la sociedad en su conjunto, nada se logrará. Y me refiero a la piedra angular que es el individuo, y por lo tanto a la necesidad de desarrollar lo mejor de la condición humana en cada uno de nosotros, de nuestro potencial extraordinario, que no es solo intelectual y de diversas habilidades, sino moral y de valores internos.

Solo un ser humano mejor puede hacer un mundo mejor. Esa es la simple pero difícil fórmula.


Me gustaría ejemplificar la importancia de lo que estoy planteando con esta nuez.

 

     Si yo les preguntará ¿qué es esto? (SE MUESTRA UNA NUEZ)

Obviamente dirían: ¡una nuez, se ve claramente!

Pero raras veces nos detenemos a observar el misterio de la naturaleza que esconde.

Esta nuez es un árbol, un nogal en potencia, y aún más allá… es un bosque.

Es una semilla de algo que será muy grande.

 

Pues bien, todos tenemos un inmenso potencial en nuestro interior a modo de semillas esperando a ser realizado. Se trata de asumir el liderazgo de nuestra propia vida y conducirlo hacia lo que nos realiza más como seres humanos.

 

En nosotros hay algo más que la mediocridad en la que a veces ahogamos nuestra vida, y no me refiero a las circunstancias ni precarios medios que podemos poseer, sino a que en todos hay una gran fortaleza interior y unos valores que esperan ser realizados y que, sin duda, suponen la mayor fuente de felicidad personal que podemos alcanzar.

 

¿Qué es triunfar en la vida? ¿qué es la calidad de vida, esa ansiada felicidad, sino la realización de nosotros mismos.?

 

Cualquiera de nosotros, a lo largo de su vida, ha podido comprobar como todos tenemos actitudes y cualidades que nos elevan en nuestra condición humana, y, por el contrario, otras que nos rebajan hacia lo peor de nosotros mismos.

Es desde esas actitudes y valores superiores desde donde se constituyen nuestras fortalezas para afrontar la adversidad, y es ,gracias a ellas, que también vivimos los más bellos y enriquecedores momentos.

Entusiasmo, empatía, serenidad, discernimiento, amor, orden, sentido de la justicia, voluntad, honestidad, concordia...

 

Pero si hay unos valores potenciales en todo ser humano que cuando se desarrollan armónicamente pueden transformar la vida, esos son el esfuerzo, la bondad y el discernimiento. Valores que también podríamos expresarlos siguiendo las viejas enseñanzas de los filósofos clásicos como la voluntad, el amor y la inteligencia.

Una fórmula triple indisoluble que da al ser humano una naturaleza completa, íntegra, capaz de afrontar todos los retos y adversidades de la vida transformándolos en oportunidades de crecimiento.


Voluntad, Amor e inteligencia.

El amor como la fuerza de unidad entre todos los seres humanos, motor de las acciones que buscan el bien de nuestros semejantes.

Inteligencia como el discernimiento que nos permita reconocer lo esencial de lo secundario, las causas de los efectos, y comprender las profundas leyes de la vida para trabajar en armonía con ella. Y voluntad como el impulso de realización que nos lleve a ser actores y no espectadores, a llevar a cabo nuestros sueños y nuestras buenas intenciones, salvando todas las dificultades. 

Pero, como me enseñará mi entrañable maestro de filosofía el profesor Jorge Ángel Livraga, es importante que se den las 3 cualidades de forma armónica, pues si faltase alguna se producirían graves consecuencias. Así, si tenemos amor y voluntad, pero no inteligencia, a pesar de nuestras buenas intenciones, podríamos hacer mucho daño; si faltase la voluntad, aunque tuviéramos amor e inteligencia, nunca pasaríamos de ser personas cómodas que poco aplican lo que creen válido y pretenden que otros realicen el esfuerzo; más si teniendo voluntad e inteligencia nos faltase amor nos tornaríamos en personas egoístas y manipuladoras, por desgracia algo que abunda mucho en nuestro mundo.

Es necesario, pues, el desarrollo de las tres cualidades de forma equilibrada para que nuestras semillas den frutos sanos y fuertes, que hagan posible el prodigio de nuestra propia realización y la construccion de la convivencia

¡Cuánto se asemeja esto aquella vieja fórmula del hombre de bien, aquel que actúa con buena voluntad y eficacia!

 

Vuelvo al origen.

Todos guardamos un maravilloso potencial de valores y fortalezas que esperan ser realizadas. Los valores éticos juegan un papel esencial en este desarrollo de nosotros mismos y de la prosperidad de las sociedades. Son el puntal, la piedra angular sobre la que se edifica la felicidad personal y la gran Concordia. 


Miguel Angel Padilla Moreno